
Es un fenómeno que me encanta y que se reproduce desde hace décadas, cuando aparecieron aquellos solistas o grupos encaminados a conseguir el grito de adolescentes más que a hacer buena música, aunque bien es cierto que de vez en cuando algunos grandes temas y artistas han surgido de estos marketinianos productos. Me refiero a grupos como Backstreet Boys, Take That, o más recientemente Justin Bieber.
Durante años estos ídolos tratan a su fans como ganado, aunque dicen quererlas y actuar por ellas todos sabemos que no es verdad, siendo extraños los casos de artistas que hayan dejado sus carreras por alguna fan.
Pero lo curioso es que tras años de idolatría un día las fans se hacen mayores y en cierto modo se acaban vengando de sus “ídolos”, no vuelven a comprarles un disco, no vuelven a ir a un concierto, no vuelven a buscar información sobre ellos, y en cuestión de poco tiempo acaban cayendo en el olvido y sobre todo la nostalgia. La venganza de las fans es tan cruel como rápida pasando del todo a la nada en cuestión de pocos meses.
Algunos de estos productos del mercado musical supieron reinventarse a tiempo (como Alejandro Sanz), o esperar al momento adecuado para volver no sin antes pasar su particular travesía por el desierto (como es el caso de David Summers y Hombres G).
No quiero ser cruel, pero me apuesto algo a que no tardaremos mucho en ver como el señor Justin Bieber pasa a ser olvidado por sus fans, sus canciones las recordaremos tanto como aquellas de Take That, porque hay cosas que como el tiempo no perdonan.
Buen artículo. Algo que ocurre con el tiempo y el tiempo nunca engaña