Para los que nacimos en los años 70 Dallas, mucho más que Casimiro, era la serie que nos marcaba la hora de irnos a la cama. Era salir los “dos rombos” (que señalaban en la España de la UCD que el contenido era para adultos) y nos hacían salir corriendo a acostar, quedándonos a muchos la incógnita de qué tendría aquella “odiada” serie norteamericana para que no pudiéramos estar más rato disfrutando de la presencia de nuestros padres tras sus respectivas jornadas laborales y las nuestras escolares.
Años después, por el mismo motivo que antes nos sentíamos menores ahora nos empezábamos a sentir más mayores ya que sí podíamos ver los capítulos que repusieron a finales de los 80 y principios de los 90 en la pública de Madrid (sin los dos rombos y a medio día).
Dallas y su protagonista J.R. Ewing son iconos de la infancia de una generación de españoles nacidos en los 70 y 80. En la última temporada de 2013, tras un parón de 21 años sin emitir, el carismático y malvado personaje falleció, como ya todos sabréis, debido a un cáncer que afectó al actor Larry Hagman en la vida real. Aprovechando esa coyuntura el propio J.R. nos ofrece lo que en sus palabras sería “su jugada maestra”.
No haré más spoiler, pero prometo que las dos temporadas de “Dallas 2012” merecen mucho la pena, incluso tras la muerte del propio protagonista. Hay momentos impagables, como ver a J.R. buscando sus hazañas en un explorador de internet, o familiarizándose y sacando partido como nadie a las nuevas tecnologías.
Esta última temporada nos deja también alguna frase célebre: “la arrogancia es el talón de Aquiles de Cliff Barnes, como diría J.R.; dadle su momento de gloria, que piense que ha ganado, dejad que sea el arquitecto de su propia desgracia”, esta vez de Bobby Ewing sobre el citado archienemigo de la familia.
Las reapariciones de personas antiguos siempre son emotivas, y los guionistas siguen manteniendo aquellos momentos que hacían que “la vieja Dallas” fuera “Dallas”, y de los que el episodio del funeral de J.R. es fiel ejemplo.
Como su padre Jock Ewing, murió en la vida real y en la ficción, pero el sarcástico, carismático, siempre maquiavélico, de mirada inconfundible y sonrisa socarrona J.R Ewing nos seguirá acompañando muchos años, esperemos, en la nueva serie que seguro no escatimará momentos para recordarnos al genial e imborrable Larry Hagman del que, como hicieron con el actor y personaje que hacía de su padre en la ficción, también hay un nuevo cuadro presidiendo la nueva empresa familiar Ewing Energies.