En la carrera de Historia siempre pasé de lado ante la Prehistoria, aunque había dos excepciones temáticas que me interesaban, los métodos de datación, y el Homo Neanderthalensis, tan de actualidad con la noticia de su posible clonación.
Nuestro primo homínido fue uno de los más antiguos pobladores de Europa, bastante antes que el Sapiens. Dada la época de las Glaciaciones que le tocó vivir, se adaptó mucho mejor al frío y su alimentación consistía sobre todo en proteínas, lo que le hizo mucho más fuerte y rápido que un humano moderno normal –se dice que ahora lo ganaría todo en las Olimpiadas-, pero también le trajo ciertos rasgos fisiológicos diferentes, debido quizás a su adaptación y distinto origen del Sapiens.
El mayor misterio sobre ellos radicaba en su desaparición. Pese a convivir 5.000 años con el mayor depredador de la Tierra, el hombre, se barajaban diferentes teorías. En el año 98, mi profesor, Rodrigo de Balbín, no daba mucho crédito a la desaparición por cruce con humanos, creo recordar. Lo argumentaba que aunque lo hubiera habido, la progenie no progresaría, debido a que igual que pasa al mezclar un caballo y una burra, el resultado es un sujeto estéril, un Burdégano–que me corrija si recuerdo mal-. Sin embargo olvidaba el hecho de que esas especies ya eran domésticas, y aun así presentan algunas excepciones fértiles en caso de mulas, y que en especies animales salvajes los individuos resultantes pueden ser fértiles, cuando son hembras, como ocurre entre diferentes felinos. Su desaparición la relacionaba con su gran adaptación a un clima frío, y a un tipo de alimentación, es por ello que con el cambio climático estaba condenado, como ocurrió con los Mamuts y muchísimas especies animales.
A mi el hecho de que el Neandertal fuera europeo y algo asiático, y que los propios humanos occidentales presentamos diferencias a los del resto del planeta, pequeñas, pero diferencias, me daba de pensar que ellos podían estar entre nosotros, asimilados genéticamente hablando. También había un yacimiento, Lagar Velho, que tenía un individuo que parecía tener mezcla de ambos, pero esto lo explicaban por una mezcolanza ósea, o porque fuera de esos híbridos estériles.
Años después, el ADN parece que ha arrojado claridad sobre el asunto, y al parecer sí compartimos, tanto europeos como asiáticos, parte de nuestra identidad genética con los Neandertales, situación que sin embargo no ocurre con africanos y aborígenes australes. Paradójicamente ellos serían los humanos puros, y nosotros, los blancos europeos y los asiáticos/amerindios, los humanos mestizos. El porcentaje de ADN es pequeño, pero explicaría ciertas inmunidades que tenemos nosotros y los africanos no tienen a determinadas enfermedades.
No obstante se me plantea una duda, si es cierto que se mezclaron con nosotros, ¿por qué los humanos de origen africano tienen tanta superioridad en los deportes olímpicos de atletismo? Parece evidente que esa preponderancia atlética neandertal no se nos ha transmitido en gran medida (por lo menos a mi no), o que quizás la fuerza del Neandertal sea también uno de esos mitos por los que tantas veces ha cambiado nuestra percepción de ellos a lo largo de su descubrimiento. Quizás, si dejamos de utilizarles con chorradas como la clonación, nos centremos y consigamos tener una opinión más empírica sobre tan interesante inquilino de nuestra vieja Europa.