
En marzo del presente año nos sorprendía un barómetro del CIS donde se afirmaba que los periodistas eran de los profesionales peor valorados en nuestro país. La pregunta era bastante abierta, ya que interrogaba sobre “profesionales u oficios”, quiero entender que complicaba al entrevistado, pudiendo confundir la palabra profesiones con profesionales.
Es cierto que la profesión de periodista desde hace décadas está mal valorada, pero no porque sean malos sus profesionales, sino por lo sacrificado de la misma. Hemos visto como cada conflicto bélico suele llevarse por delante unos cuantos de estos valientes trabajadores, y todos sabemos que suele requerir de una dedicación casi exclusiva todas las horas lúcidas del día, si quieren estar en la “cresta de la ola”.
Pero lo que sí tiene una valoración bastante negativa son las grandes empresas periodísticas, sobre todo las deportivas. A muchas de ellas les es difícil desligarse de un criterio editorial que muchas veces aparenta contradecir su principal objetivo, que es informar. En otras ocasiones la nueva situación de información inmediata les lleva a precipitarse y dar informaciones erróneas, en la vorágine de lo que parece un cambio de nuevo modelo periodístico que nadie sabe todavía muy bien a donde va, mientras algún nuevo empresario nacido al albur de Internet como el cofundador de Amazon, Jeff Bezos, se hace con un medio tradicional como Washington Post.
Vender, vender, y vender
Los grandes emporios de la comunicación en España han ido viviendo de las necesidades publicitarias de los sectores fuertes de la economía española, de las grandes empresas estatales, ahora privatizadas, y de las diferentes administraciones. Sin embargo estas fuentes de suculentos ingresos se han mermado en gran medida por la propia crisis económica, y porque las propias empresas, con la revolución de las Nuevas Tecnologías de la Información, han encontrado nuevas formas de hacer llegar su mensaje al ciudadano, sin tener que utilizar intermediarios.
La necesidad de vender espacios publicitarios, ya sea en papel, televisión, multimedia, digitales o sonoros, lleva a los consejos de administración de las diferentes empresas periodísticas a una carrera loca por tener exclusivas que hagan que la opinión pública acuda a ellas en masa.
Hemos visto hace unos meses como un medio de prensa escrita, por la “carrera” de vender periódicos, de que se agoten de los kioscos, ha sido capaz de poner una foto falsa de un dictador sudamericano moribundo, en portada, a todo color, sin pasar los filtros necesarios, o quién sabe si habiéndolos pasado, pero dejándose llevar por la falsa máxima de “no dejes que la verdad te estropee una buena noticia”.
Falta de objetividad bajo sospecha
Fruto de estos intereses empresariales sólo tenemos que ir a cualquier kiosco para comprobar que determinados periódicos siempre critican a los mismos, y elogian a los otros, y viceversa, sin apenas encontrar algún término medio, producto de despechos causados por no darles publicidad, ayudas o “derechos del fútbol”.
Capítulo aparte serían algunos medios de comunicación deportivos, que en Madrid llegan a ser capaces de generar tensiones en el equipo que más vende de España, el Real Madrid. Sin embargo, nos da igual, pese a las miles de portadas constatadamente falsas, seguiremos comprando la distracción que nos ofrecen algunos de esos “tebeos”.
En otros países con tradiciones democráticas, la falta de credibilidad, de objetividad de un periodista, o de un medio de comunicación, se paga cara. Las empresas privadas que en ellos se anuncian, exigen que sean periódicos creíbles, porque si no sus propios productos parecerían falsos.
Una profesión imprescindible para la normalidad Democrática
Como opino de los políticos, la inmensa mayoría de los periodistas son gente honrada. Suele ser una minoría política muy activa la que emponzoña el sistema, y se mantiene latente hasta que toca poder –dejad pasar tiempo y habrá algún militante de los pequeños partidos que ahora dan lecciones de moral que nos sorprenderán cuando se den las condiciones adecuadas-.
Tengo la suerte de colaborar con la redacción local de Onda Cero Alcalá, y tengo amigos y conocidos en medios como Puerta de Madrid (semanario local de Alcalá de Henares), Europapress, TeleMadrid, La Gaceta, o RNE. Son personas integras, comprometidas con la objetividad, y que quieren dar un producto informativo de calidad a la sociedad, caiga quien caiga. Son estos periodistas de base, los que salvan la profesión y dan un gran servicio, imprescindible para la normalidad Democrática, y para que el ciudadano se forje una opinión.
Empresas serias y objetivas
Sería injusto que pareciera que he generalizado con las empresas, lo cierto es que las más dañinas son notables pero no todas. En general hay una gran profesionalidad y seriedad de empresarios y periodistas, sobre todo en ámbitos locales, donde la pluralidad hace gala en cada párrafo, alocución o imagen.Es cierto que para arraigar un medio se necesita no sólo apoyo financiero sino consolidarse en la sociedad, y para eso la pluralidad en la información tiene que ser el pan nuestro de cada redacción.
Parece como si la pequeñez, la independencia, fuera en algunos casos acompañada de una mayor objetividad. Es por eso por lo que en Estados Unidos las leyes anti monopolio impiden que haya grandes empresas periodísticas que compren sectores que no son los suyos tradicionales, de forma que una empresa de televisión no puede adquirir una radio o periódico y viceversa.
Quizás debamos aprender del otro lado del Atlántico porque tanto las empresas de comunicación como los periodistas son completamente imprescindibles para el avance de la democracia y el progreso de la sociedad.
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