El pasado viernes cinco de abril me pasó algo curioso. Un viejo conocido, al que tenía como amigo en Facebook me comunicó por privado que “no podemos ser amigos”. Al parecer el motivo del envío fue que di a un “me gusta” a una noticia que hablaba de penas de hasta cinco años de cárcel a los que van a las casas a intimidar a políticos y familias.
La verdad es que en un primer momento me admiró su sinceridad. A todos nos ha pasado que alguien nos ha dejado de seguir sin motivo aparente, pero siempre hay algún motivo, como cuando un amigo deja abruptamente de hablarte o de quedar contigo en la vida real, sin embargo no siempre nos encontramos con alguien tan valiente de decirte las cosas a la cara directamente.
No obstante todo este asunto me ha hecho pensar en ese fenómeno llamado “escrache”. Sinceramente no quiero que nadie acabe en la cárcel y menos por manifestarse, pero tampoco quiero que ningún político se sienta intimidado, ni que ningún familiar pase miedo. No me pareció justo lo que les pasó a los hijos de González Pons, solos en su casa de Valencia y atemorizados por un gran grupo de personas que gritaban que su padre era un delincuente. Ir a la casa de los demás a intimidar es el primer paso para que haya violencia. Y la violencia engendra violencia. Nos creemos que en España ya no va a pasar nada grave, pero pasó, y no hace tanto también ocurrió muy cerquita, en la antigua Yugoslavia. He estudiado historia y también conocido a muchos Mayores como algunos sabéis, y por nada del mundo querría vivir lo que vivieron nuestros abuelos.
No voy a entrar en el debate de decir ¿por qué no os quejasteis cuando el PSOE hizo una ley exprés para desahuciar y 6 nuevos juzgados para agilizar esos trámites? O ¿por qué no salíais a las sedes del PSOE cuando en el último año de Gobierno de Zapatero se iban más de 300 familias al día a la calle? La respuesta es sencilla, y es porque a la mayoría les da y les daba igual todo eso. Lo que les importa es algo más visceral, un odio de raíz marxista, un odio de ese concepto, tan manipulado como las razas, que llaman las izquierdas las clases sociales. Ahora los desahucios son la excusa para algunos para manifestarse contra eso que odian tanto que es el PP. Porque el PP representa unos valores que detestan. En realidad todo esto es una excusa para tener un frente ideológico más, y aproximarse más físicamente hablando, al que desean intimidar. Este linchamiento no deja de ser algo parecido al que sufren las damas de blanco en Cuba, o el que sufrían en sus casas aquellos considerados enemigos del Estado durante la Revolución Cultural en China.
Hemos visto como hay jueces que aplican en un sentido u otro la norma relativa a los desahucios, sin embargo allí no va nadie a presionarles, no hay narices. Yo tampoco me atrevería, y que conste que me parecería tan ilegal como presionar a políticos. Pero ellos si que tienen un mayor poder de decisión.
Los cambios nunca deben venir por la intimidación y la presión violenta. Eso son métodos mafiosos, prefiero sin duda cambios que vengan porque la mayoría quiera. Y eso se consigue ganando en las urnas. Preséntense señores de la PAH, estoy convencido que muchísima gente les apoyará. Y si la mayoría quiere que los cambios que ustedes piden se produzcan, bienvenidos sean. Hasta entonces respetemos la voluntad del pueblo soberano, pero sobre todo nunca dejemos de hablar, de discutir desde el respeto, cuando se corta una vía de comunicación se corta una vía de convicción, de sumar.
El problema es que algunos lamentablemente no quieren convencer, parece más bien que quieren la eliminación absoluta del que consideran rival. Sin duda alguna este país tiene un grave déficit de mentalidad democrática, a los hechos me remito.